Conectividad rural: deudas y desafíos con nuestras localidades de O’Higgins

"El Tipografo: La conectividad vial sigue siendo una deuda en nuestra región. No se trata solo de caminos, sino de dignidad y accesibilidad. Desde la política, urge una planificación que priorice infraestructura equitativa, integre zonas rurales al desarrollo y fortalezca la cohesión social y oportunidades para todos.”

Columna:

Recorrer el distrito permite dimensionar lo que significa, en la vida cotidiana, esta deuda. En sectores como San Pedro o La Gruta, un lomo de toro o un paso de cebra no son simples intervenciones: son cambios totales de vida. Mejoran la seguridad, dignifican el entorno y permiten a niños, adultos mayores y trabajadores desplazarse con tranquilidad.

Instituciones como el Ministerio de Obras Publicas, realizan todos los esfuerzos existentes en esta materia. Aún así, muchas localidades siguen con caminos de tierra, lo que no solo dificulta el tránsito en invierno, sino que limita el acceso a servicios básicos y frena el desarrollo productivo. Las veredas, esa infraestructura básica pero olvidada, siguen siendo una promesa incumplida para cientos de familias que transitan a diario por zonas sin seguridad peatonal. La señalética escasa y el deterioro de los sistemas de iluminación pública también son realidades que se viven a diario.

Casos como el cruce de Requínoa, donde los accidentes son frecuentes y los semáforos aún no llegan pese a años de espera, muestran cómo la falta de voluntad y coordinación puede tener consecuencias fatales. Lo mismo ocurre en el drama vial entre Machalí y Rancagua, o con la pasarela de Graneros, que sigue sin entregarse mientras una nueva víctima engrosa la dolorosa estadística.

En zonas rurales como Corcolén, la ausencia de puentes adecuados limita el comercio, la educación y el trabajo de sus habitantes. En una región con esteros y ríos que cruzan buena parte del territorio, conectar significa desarrollar, incluir y proyectar futuro.

Los desafíos son evidentes: se requiere una política pública seria en conectividad vial, con inversión pública, coordinación real entre municipios, gobiernos regionales y ministerios para avanzar en una conectividad vial moderna, segura y equitativa. Esto implica mejorar y mantener la infraestructura existente, especialmente en zonas rurales y aisladas, donde los caminos no solo conectan territorios, sino que abren oportunidades. También se requiere una planificación territorial más integrada, que promueva una movilidad sustentable, reduzca brechas entre el mundo urbano y rural, y refuerce la seguridad vial como una prioridad. Invertir en conectividad es invertir en desarrollo, en dignidad para las comunidades y en un país más cohesionado.

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